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Análisis

Compartir piso para llegar a fin de mes

Demanda de habitaciones en pisos compartidos siempre ha existido, así como propietarios dispuestos a obtener rentas complementarias bajo este mecanismo. Lo que ahora es noticia es comprobar cómo cada vez son más y más variopintos los colectivos que acuden a esta fórmula. Hace treinta y cuarenta años, con un parque de viviendas en alquiler mucho más importante que el actual (los porcentajes podían alcanzar el 30% del total) esta modalidad de residencia estaba destinada casi en exclusiva a los estudiantes. En la actualidad, desde hace no más de 10 años, además de alumnos, las familias de inmigrantes, los jóvenes y divorciados a quien el salario no alcanza para disponer de un piso independiente y los mayores que viven solos y requieren asistencia, entre otros, se han convertido en demandantes y oferentes de habitaciones. Tal es el mercado que se ha generado en torno a esta forma de convivencia que algunos portales inmobiliarios ya lo ofrecen como una alternativa al piso, chalet, loft o apartamento tradicionales.

Según los cálculos efectuados por Idealista.com, el precio medio que alcanza una habitación en piso compartido en las grandes ciudades se sitúa en 360 euros mensuales. Madrid y Barcelona concentran la mayor parte de las habitaciones disponibles, aunque cada vez empiezan a encontrarse con más frecuencia anuncios de este tipo en Valencia, Alicante o Málaga. Gracias al contenido de los anuncios que se registran cada día tanto en internet, como en los medios escritos, se puede conocer el retrato robot de los demandantes: hombres y mujeres con una media de edad de 28 años que buscan o acaban de obtener su primer empleo, así como estudiantes de posgrado.

Entre quienes buscan compañeros de casa hay también muchos grupos. Inversores que quieren rentabilizar la compra de su vivienda ante el súbito encarecimiento que están registrando las hipotecas, pasando por familias monoparentales que necesitan completar sus ingresos ordinarios para llegar a final de mes o simplemente aquéllos que sólo buscan compañía o, incluso, amistad.

Un repaso por algunos de los anuncios que pueden consultarse en la red da cuenta de lo variada que es la oferta. Hay habitaciones que se alquilan por 510 euros mensuales que incluyen en el precio desayuno, comida y cena, así como el lavado semanal de la ropa y ordenadores con conexión a internet. Otras más modestas, por sólo un euro, eso sí, con derecho a luz. Otros por ese mismo precio especifican que el cuarto es de ocho metros cuadrados y, a ser posible, reclaman que quien lo ocupe sea una 'chica liberadora'. A la vista de estos mensajes, no es de extrañar tampoco encontrarse con reclamos tales como: 'Chica rusa busca habitación en piso compartido a cambio de clases del idioma, abstenerse otras intenciones'.

Para quien la opción de compartir piso es la preferida, aún teniendo recursos para decantarse por otra, es evidente que el incremento de la oferta les beneficia. El problema es que no suelen ser mayoría. Todas las administraciones debieran hacer un mayor esfuerzo por incrementar el número de viviendas protegidas y pisos en alquiler y procurar con ello que todos los ciudadanos vivan como realmente han elegido hacerlo.

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